viernes, 17 de septiembre de 2010

Cinco días en Tíjola

El Bitxo del Torrent Mitger de Terrassa ha ido a muchos lugares fuera de Terrassa para actuar. A parte de las actuaciones de los fines de semana, algunos veranos el Bitxo ha viajado a diferentes localidades para actuar. El 1990 fue a Alemania, el 1991 a Menorca, el 2006 a Jaén... Y este 2010, por el 25 aniversario del Bitxo, hemos ido a Tíjola.
El viaje de cinco días a Almería empezó el 5 de agosto a la noche, cuando subimos al autocar a las 23:00h. Pasamos toda la noche durmiendo en el autocar, y por la mañana llegamos al pueblo de Tíjola. Allí tuvimos toda la mañana para dejar las bolsas en el gimnasio, el sitio donde dormíamos, y hacer las camas.
Esa tarde tuvimos la primera actuación, en la plaza del ayuntamiento del pueblo de Tíjola. Tocábamos la "gralla" y el "tabal" mientras el Bitxo tiraba fuego, y los de Amunt i Crits bailaban sardanas. Cuando terminamos la primera actuación, fuimos a cenar a un bar cerca del pabellón de deportes, y luego fuimos a dormir. Era muy incómodo, porque teníamos que dormir todos en el pabellón, y lo más blando para dormir que teníamos eran unas colchonetas de cinco centímetros y el saco de dormir.
El segundo día nos levantamos temprano para ir al observatorio astronómico de Calar Alto. Allí nos guiaron por las instalaciones y nos explicaron que lo habían construido los alemanes veinte años antes, y justo la semana anterior de nuestra llegada se había averiado por primera vez. El observatorio fué construido en Calar Alto gracias a la poca contaminación lumínica y la altura. Es el segundo observatorio más importante de España después de el del Teide, en las islas Canarias.
Cuando terminamos de ver el observatorio, fuimos a Bacares. Allí comimos, fuimos a la piscina y, a las ocho, hicimos la actuación de Bacares. Fue igual que la de Tíjola, alternando nuestras actuaciones con las de Amunt i Crits. Cuando acabamos la actuación, estuvimos escuchando la banda de Bacares, y luego fuimos a cenar. Volvimos a Tíjola a dormir. Aunque el pabellón de deportes seguía siendo igual de incómodo, estábamos más cansados y nos dormimos deprisa.
El tercer día era libre, ya que no teníamos ninguna actuación. Fuimos a desayunar, y como mi primo Jan quería jugar al billar, acabamos jugando todos los niños: Jan, Pablo, Naima, mi hermano Víctor, mi prima Irene y yo. Luego fuimos a Serón, a ver un secadero de jamones. Allí vimos todo el proceso, desde que llega la pata de cerdo hasta que sale el jamón para venderlo. Al terminar de ver el proceso, nos invitaron a un plato de jamón, y quien quiso, compró uno.
Luego fuimos a la balsa natural de Cela, una balsa que pertenece a los pueblos de Tíjola y Bacares. Allí comimos, y luego nos bañamos en la balsa. Era redonda, tenía escaleras, el suelo estaba cubierto de piedras pequeñitas y había algunos peces de unos diez centímetros nadando. Cuando salimos de la balsa, mi madre, mi tía y yo tocamos la gralla mientras el resto del grupo bailaba algunas canciones.
Como no teníamos ninguna actuación, cuando volvimos a Tíjola hicimos una visita guiada por el pueblo. Pero los niños nos distraíamos y nos aburríamos, así que después de negociar con los padres, volvimos a la plaza y esperamos a que el resto volvieran de la visita. Cuando lo hicieron, fuimos a cenar y dimos una vuelta por la feria del pueblo.
Al levantarnos el cuarto día fuimos a desayunar, y subimos al autocar de camino a Tabernas. A medio camino paramos, para visitar una cantera de mármol, y volvimos a parar a Fort Bravo, un parque temático ambientado en el antiguo oeste americano. Después volvimos a subir al autocar y terminamos el viaje hacia Tabernas. Allí, fuimos a visitar el ayuntamiento. Nos dijeron que en realidad no era el ayuntamiento, sino la casa de la juventud, ya que el ayuntamiento estaba en obras y tenían que estar allí hasta que terminaran. En la sala de plenos, le dimos los recuerdos al alcalde, y como aún no había visto al Bitxo, cuando le dimos la mini-réplica del Bitxo se quedó pensando “¿¿qué es esto??”.
Luego nos fuimos a un restaurante donde nos habían invitado a comer. Al llegar allí, nos sentamos en la mesa, y Irene, Naima y yo nos quedamos bastante sorprendidas al ver que, sobre la mesa, no cabía nada más: Una mesa redonda para diez personas, con tres copas diferentes para cada persona, tres tenedores diferentes, tres cuchillos diferentes, tres platos y una cucharilla de postre. Con tantas cosas en la mesa, ¡casi no se podía ni comer!
Después, fuimos a la piscina. Como en principio no estaba previsto, ya que la habían inagurado el mes anterior, la mayoría no llevábamos bañador. Así que algunos, los que sí lo llevaban, se bañaron, y otros decidieron hacerlo con la ropa, sobretodo los niños, pero yo me fui con mi madre al bar, que se estaba fresquito con el aire acondicionado, ¡jajaja!
Después fuimos al pabellón de Tabernas, ya que era el sitio donde empezábamos la actuación. Nos vestimos con el traje del Bitxo, y nos pintamos todos. Cogimos los tabales y fuimos hasta la carretera, donde empezamos nuestra última actuación. Salió muy bien, como las otras dos. Cuando terminó, tuvimos que volver muy deprisa, ya que el día siguiente queríamos volver a Terrassa temprano, y el conductor del autocar tenía que estar doce horas parado, antes de volver a conducir durante diez más.
Cenamos en el albergue donde dormían los de Amunt i Crits. ¡Qué injusto, ellos tenían camas! Allí cenamos un poco de jamón que había sobrado de Cela, aunque todos los niños menos yo se durmieron en el sofá. Yo no quería dormirme, porque la noche siguiente no tendría tiempo de dormir y quería dormir durante el día en el autocar, así que comí y se me pasó el sueño. Celebramos el cumpleaños de un chico de la colla que cumplía diecisiete años, y fuimos al pabellón tarde. Pero la mañana siguiente nos levantamos cuando no tuvimos sueño, así que mis esfuerzos para no dormirme la noche anterior no sirvieron para nada.
Cuando tuvimos las maletas hechas, solo faltó esperar a que viniera el autocar para marcharnos otra vez a Terrassa. Cargados con todas las maletas, subimos al autocar, con más o menos ganas, de pasar diez horas encerrados en un autocar.
Estuve toda la mañana sentada al lado de mi prima, con el cojín apoyado en la ventana e intentando dormirme. Pero como había dormido hasta no tener más sueño, se me hizo imposible. Así que me rendí y decidí jugar a la DS con mi prima. Poco rato después, paramos a un restaurante de Jumilla y comimos.
Volvimos a subir al autocar, y estuvimos un par de horas más de viaje. Pero pronto se empezó a quejar mucha gente que quería ir al lavabo y llevaba rato esperando. Así que, aunque faltara una hora para que el conductor tuviera que parar obligadamente, paramos en un área de servicio, y bajamos disparados al lavabo. Aprovechando que habíamos parado, bebimos algo en el área de servicio. No es que nos faltara comida, ya que todo en mundo había sacado sus galletas o patatas y nos habíamos puesto a comer en el autocar. Aún así, bebimos algo antes de tener que subir otra vez.
Al salir del área de servicio, subimos al autocar, ya para hacer la próxima parada en Terrassa. Estuvimos cantando todos juntos, bailando y riendo, hasta que por fin, después de diez horas, llegamos a Terrassa. Cada uno cogió sus maletas, y poco a poco nos despedimos de todo el mundo. Pero nosotros, como vivimos cerca del local del Bitxo tuvimos que ir a descargar todo el material: tabales, forcas, etc. Volvimos a casa, y entonces no tuvimos casi ni un momento para descansar: a pesar que eran las doce y media de la madrugada, nos pusimos a quitar ropa de la maleta y a lavarla para poderla poner en la otra maleta. Solo tuvimos tres horas y media para dormir, ya que, a las siete, nos esperaba un avión para ir al otro destino del verano: Menorca.