“Qué habrá sido eso?” pensé. Tumbada en mi cama y con la música a tope, me había parecido ver un extraño movimiento en el póster de la pared de delante mío.
La verdad era que yo nunca había entendido ese póster, todo lleno de cuadrados de diferentes medidas, cada uno de un color diferente en un fondo negro. Y todos ellos unidos por unas extrañas líneas, las cuales, si se construyeran, nadie podría andar por encima sin caer.
No le dí mucha importancia y seguí con la música. Pero dentro de un rato, me pareció percibir otro movimiento. Así que decidí incorporarme en la cama, y lentamente me fui acercando al póster. Ya solo estaba a veinte centímetros de él, cuando por fin vi claramente cómo se movía un cuadradito de dos milímetros. Acerqué más la cara, y sentí una fuerza a través del póster que parecía llamarme. Y cuando menos lo esperaba, empezó a aspirar y sentí como caía. Entonces perdí el conocimiento.
- ¿Estás bien? ¿Me oyes? - fue lo primero que oí.
- ¿Eh? ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? - no pude evitar preguntar antes de responder.
- Yo soy Tina. Alguien como tú. Un día me acerqué demasiado al póster de los cuadrados y quedé a trapada aquí para siempre. Como tú.
- ¿¡Qué!? - me senté rápidamente, muy asustada. - ¿Que estas diciendo? ¿Atrapada para siempre? ¿A dónde, en un póster? - dije incrédula.
La chica, Tina, giró la cabeza y se quedó ausente. Me fijé en su cabeza. Su cabello rojizo no se movía ni un milímetro, y entonces me dí cuenta de que no había viento. Me calmé, y entonces le pregunté a Tina:
- Mmm... Tina... Si de verdad estamos en el póster, ¿cómo hemos entrado? ¿Y qué es este lugar? No hay viento, no hay cielo, ¡no hay nada! Estamos solo en una tienda de campaña sobre un suelo rojo, y en vez de cielo, todo es negro. No hay nada más.
- Ya, cierto, pero te equivocas en una cosa. Sí que hay más cosas. Hay más cuadrados. ¿Recuerdas? Estamos dentro del póster.
Ya... ¿Y qué es este póster? Que yo sepa, no hay muchos pósteres que te lleven a otro sitio y te encierren.
- No se muy bien qué es, pero he tenido tiempo de hacer teorías. Es como un mundo imposible, de esos de los que puedes dibujar en 2D pero nunca construir en 3D. Porque, si te fijaste en todas esas líneas, verías que es imposible andar sobre ellas.
- Pero... ¿Como puede existir este mundo? - murmuré más bien para mí misma.
- No tengo ni idea. - me dijo Tina – quizá... no lo sé. ¡Siempre que llego a esta parte todo me parece ridículo!
Permanecimos calladas durante unos momentos. Ella estañando su vida fuera del póster, y yo intentando asimilar que estaría allí atrapada para siempre, sola con Tina.
- Y... ¿No podemos hacer nada para salir? Hemos podido entrar, tenemos que poder salir de alguna manera.
Tina me dedicó una sonrisa triste, y entonces me confesó:
- Mira, llevo atrapada aquí desde 1893. Aquí el tiempo no pasa. No puedes envejecer, no puedes morir, simplemente, estas condenada a vagar por este mundo extraño el resto de la eternidad. Solo puede acabar todo esto si alguien rompe el póster. Pero claro, como conseguir que alguien de fuera lo entienda y lo rompa? A nadie se le ocurriría romper un póster sólo por que sí.
- Ya... ¿Y no hay manera de mandar un mensaje? - pregunté.
Tina volvió a girarse y hizo cara de pena. Perdió su mirada en el horizonte y luego dijo:
- No quería tener que decírtelo, pero hay una forma de salir de aquí. Acompáñame. - dijo, y salió a fuera de la tienda. Me apresuré y la seguí. - ¿Ves ese cuadrado? - siguió. - Ese de abajo del todo? Si consigues llegar allí puedes volver. Pero al medio hay un montón de peligros, y nadie ha conseguido salir del póster. Todos caen de las líneas que unen los cuadrados, y, pasas la eternidad cayendo. ¿O acaso alguien ha ido a tu habitación travesando la pared?
- No, pero... ¿Por qué no me lo has dicho hasta ahora? - quise saber, un poco enfadada por el engaño de Tina.
- Porque al principio se lo explicaba a todos. Les advertía del peligro, pero todos querían ir. Y yo... bueno, tengo que confesar que también lo intenté, pero supe retirarme a tiempo. Cosa que nadie mas en este póster ha logrado. Así que, si quieres pasar la eternidad mínimamente bien, quédate. Quédate conmigo y quizá algún día alguien destruya el póster, el maldito póster de los cuadrados.