jueves, 3 de diciembre de 2009

EL VIAJE DE VERANO al cap de creus

Laura Guillén Alcaraz 1ºB


El viaje de verano

Este verano he ido a muchos sitios con mis padres. Con mi padre fui a Santa Susana en junio. Estábamos en un camping muy grande con una piscina, el mar al lado... Estuvimos en un bungalow muy chulo, aunque pequeño. Después, en julio fui con mi madre al pueblo de mi abuela, donde ella y mi abuelo llevaban más de un mes. Es un pueblo bonito cerca de Tarragona, llamado Poboleda. Pero es muy pequeño. A Poboleda también fuimos el 12 y 13 de setiembre, porque hacen la fiesta del vino, y, aunque fue el segundo año que fuimos, mi madre quería ir con unos amigos. La fiesta es muy chula, te tienes que levantar a las siete, y luego vas con todo el mundo a coger racimos de uvas a una viña, este año la del alcalde, y luego se va a pisar la uva a la carretera. Cuando lo pisas está muy frío, y además te tienes que levantar temprano, pero aun así, me gusta. Aunque no me he puesto a escribir para hablar del pueblo! Voy cada año, y acabaría aburriendo a todo el mundo contando las cosas que hago cada año. No, si me he puesto a escribir preparada para hacer un texto de mis vacaciones y no un cuento para ir a dormirse, es para contar mi viaje a Cap de Creus. He ido, también con mi madre, a un pueblo que se llama El Port de la Selva. Estuvimos en un camping llamado El Port de la Vall, muy bonito. Pero si voy a contar el verano, empezaré desde el principio.
Era diez de agosto a la noche. Todas las maletas estaban ya hechas, toda la comida preparada, las cosas para el viaje todas metidas en una bolsa... Cenamos y fuimos a la cama. Cuando fuimos a dormir eran las once y media o las doce, bastante tarde, teniendo en cuenta que el día siguiente nos tuvimos que levantar a las seis de la madrugada, ya que nos esperaban casi tres horas de viaje.
Me costó mucho salir de la cama, ya que el día antes me costó mucho dormirme.
Una vez fuera de la cama y ya medio desayunados, entremos en el coche. Yo no pude dormirme en todo el viaje, así que me puse a escuchar música.
Después de intentar instalarnos en un camping de Llançà sin conseguir-lo, nos fuimos para El Port de la Selva. Ahí sí tenían sitio, y el camping estaba un poco mejor. Solo un poco: ni piscina, ni demasiada sombra, ni restaurante... Pero a mi madre le gustó. Le gustó que no fuese uno de esos campings que la gente va cada año y ya se conoce, que la gente de fuera a dormir temprano y no armara jaleo, le gustó que no hubiese discoteca ni nada parecido. Así que nos quedamos.
Una hora más tarde, ya teníamos parcela y la tienda montada. Y fuimos a ver el pueblo. Dimos una vuelta y comimos. Luego fuimos a la oficina de información. Dimos otra vuelta y volvimos al camping. Nos pusimos el bañador y fuimos a la playa. Estaba al lado del camping, pero esa playa no era como la que seguro que os habéis imaginado cuando he dicho playa. Esa playa no tenía arena, sino piedras, y el agua estaba congelada y también llena de piedras. Era casi imposible entrar en el agua descalzo, pero lo hicimos. Aunque no mucho tiempo...
Volvimos al camping, y fuimos a las duchas. Entonces descubrimos la parte mala del camping:
Al llegar a las duchas, había una cola tremenda, pero como no sabíamos si habían más, mi madre y yo nos quedamos en la fila. Cuando llevamos diez minutos, le preguntamos a la de delante si no habían mas duchas, pero nos dijo:
- Sí, hay otras, pero son muy viejas y están muy mal.
Le hicimos caso, y esperamos a que nos tocara. Una vez conseguido eso, nos duchamos y fuimos a la parcela. Allí cenamos, tirándonos media hora para conseguir hacer tortillas con un fogoncillo que casi no calentaba. Pero al final conseguimos hacer las tortillas, y nos sentamos a cenar. Esa noche nos fuimos a dormir en seguida. Estábamos cansados y teníamos bastante sueño, así que ni mi hermano ni yo protestamos. Yo tenía sueño, y me quería dormir, pero mi hermano, Víctor, no paraba de hablarme, molestarme, y ponerse a mi sitio para que le empujara al suyo. Pero finalmente, después de que mi madre nos regañara varias veces intentando dormir, Víctor paró.
Al levantarnos el día siguiente, nos vestimos cogimos el coche y fuimos a Roses, que también está por ahí.
Compramos los zapatos para la playa, y fuimos a hacer un recorrido por los pueblos de al lado. Ese día fue muy aburrido. ¿Que tiene de especial un Roses caluroso, un Cadaqués lleno de gente, o pueblos a los que ni paramos porque estaban medio derrumbados? Por suerte, a la tarde fuimos a la playa, ya preparados y equipados con los zapatos de agua, el tubo y las gafas de snorkel y muchas ganas de ver peces. Me lo puse todo y entré en el agua. Había muchos peces, mas o menos de la medida de una mano abierta, pero también más pequeñitos, y así me pasé casi una hora sin sacar la cabeza del agua.
El día siguiente, por la mañana, fuimos a otro pueblo, a un Centre de reproducció de tortugues de l'Albera. Allí había tortugas de todas edades y medidas, donde se dedicaban a reproducirlas y a devolverlas a su entorno natural. Y por la tarde fuimos otra vez a Llançà, a una playa de allí, porque en la oficina de información nos habían dicho que era el único sitio donde había una playa sin piedras, y como a Víctor no le gusta mirar peces, le dan miedo, tuvimos que ir. Era bastante rollo, porque, aunque había gente haciendo snorkel, casi que no habían peces, sobretodo por la falta de rocas. Pero bueno, aunque me llené hasta el pelo de arena que Víctor me había tirado, no estuvo tan mal... Entonces ya nos quedamos en Llançà, dimos un paseo y cenamos.
El siguiente día fuimos al castillo de Requesens. Casi no quedaba nada, y estaba muy mal conservado, pero tenía unas vistas muy bonitas. Por la tarde volvimos a la playa. ¡Ya me empezaba a aburrir ver siempre las mismas caras de peces! ¡Ja ja ja!
El tiempo pasa, y casi sin darme cuenta ya era el penúltimo día. Fuimos a Sant Pere de Rodes, otro castillo, bueno, no, un monasterio, pero eso fue mucho mas aburrido. Fuimos de sala en sala por todo el monasterio leyendo las explicaciones de cada sala, hasta que fuimos al bar-restaurante a comer.
Después volvimos a la playa. Yo dije que era un rollo porque habíamos ido muy poco, y me dijeron que mañana por la mañana volveríamos. Entonces fui otra vez a la parcela sin acabármelo de creer. Pero la mañana siguiente volvimos. Al principio nos metimos en una cala más pequeña, pero como no hundía mucho, decidimos volver a donde íbamos siempre. Después de estar nadando casi una hora, mi hermano se cansó y se fue, y un poco más tarde ¡vimos una estrella de mar! Estaba en una roca y iba subiendo poco a poco... Era preciosa... Nos quedamos observándola un rato, hasta que tuvimos que irnos. Al llegar desayunamos, lo acabemos de desmontar todo y tuvimos que irnos. Al llegar habíamos pensado de ir al els aiguamolls de l'Empordà, que es un sitio donde vas a observar los pájaros, pero a última hora decidimos que hacia mucha calor y que otro día sería. Así que una vez lo tuvimos todo preparado, volvimos para Terrassa. Esta vez ya ni probé de dormirme, pero mi móvil tenía poca batería, y al parar para comer, se me acabó. Pero después de comer solo quedaba media hora, y el viaje se pasó rápido.
Espero poder volver pronto!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario